Rincón literario

del IES Las Encinas

Cinco meses y trece días



BRUNO LÓPEZ, 4º ESO A

Siria septiembre de 2011. 

Acabo de terminar mi primer día de colegio. Cuando llego a casa, mis padres me comentan que nos vamos a mudar; no quise responderles porque parecían preocupados. Al día siguiente, no fui a clase; nos quedamos a escuchar la radio. Hubo una discusión sobre religión. Mis padres querían dejar la casa porque la relación con los vecinos no era buena. Yo, ignorante, me entretenía con mis juguetes. Cuando nos trasladamos a la otra casa (bueno, casa... era más bien una habitación), mis padres me dijeron que cogiera solo dos cosas. Evidentemente, mi juguete de superhéroe vendría conmigo y, también este diario.
Tengo miedo. Los petardos que oigo son muy fuertes, pero no digo nada. Cada noche dormimos en un sitio diferente.
Hace tres meses ya que no voy a la escuela y ahora vivimos en el coche, según mi padre por culpa de los yihadistas.
Cada noche, mi padre sale del coche para rebuscar comida o algo parecido. Lo sé porque solo nos trae mondas de naranja manchadas de tierra y alguna vez, si tiene suerte, una manzana y pan duro. Creo que soy el más afortunado, porque siempre me tocan los trozos grandes.
Han pasado dos días desde que no veo a mi padre. Mi madre y yo lo hemos estado buscando por todas partes y no aparece; solo vemos escombros y edificios derrumbados.
Hace dos meses que no veo el cielo azul, un mes que no veo a mi padre, y dos días que estoy caminando sin parar. Mi madre ya no me habla y se le está empezando a caer el pelo. La única cosa que me confesó es que estábamos dirigiéndonos a un lugar llamado Grecia.
Llevamos un mes y cuatro días andando; no tengo más fuerzas. Estoy hambriento y hace mucho frio; mi madre, sin embargo, es la que menos se queja y la que menos prendas lleva.
Hace una hora, más o menos, una señora y un señor pararon enfrente de nosotros y nos preguntaron adónde nos dirigíamos. Mi madre les respondió llorando; debieron emocionarse porque nos dejaron ir con ellos en el maletero. Ella resoplaba aliviada y yo también al ver que por fin paraba de llorar.
Estamos en la playa, es la primera vez que veo el mar, supongo que esto es Grecia, hay mucha gente reunida ¡Ojala papá estuviese con nosotros para poder disfrutar de este paisaje!
Mi madre me ha dicho que mañana cogeremos un barco. Será la primera vez que monte en uno. La verdad es que no tengo ganas de hacer nada, sólo quiero ver a mi padre e irme a casa.
Deben ser las ocho de la mañana y todo el mundo está en pie; intento despertar a mi madre, pero no quiere. El barco está esperándonos y mi mamá no se despierta. Le agito bruscamente el brazo, pero no reacciona. Monto en el la barca yo solo, hecho un mar de lágrimas. Grito cuando empezamos a alejarnos de la orilla. En este momento siento como si me quitasen el último trozo de vida que me quedaba.