Ana Martín. 4º A
“¿Y si además de evaluar y examinar probamos a preguntar y escuchar?” Me parece muy interesante la pregunta que se nos propone. Es cierto, nunca nadie ha venido a preguntarnos qué nos parece la educación o qué cambiaríamos de ella; nunca nadie ha sido capaz de preguntárnoslo, ¿por qué? ¿porque no somos lo suficientemente maduros?; ¿creen que nos da igual nuestra educación o que no sabremos responder por no tener experiencia en la vida y ser muy jóvenes?
Pues sí, es cierto, somos jóvenes; no hemos
vivido aún tantas experiencias como los adultos, pero aun así, los que
estudiamos somos nosotros, no ellos. Pero claro, la solución es preguntarles
qué les parece la educación a nuestros padres o bien hablarlo en el ministerio
de Educación. Pero ¿son ellos los que estudian?, ¿son ellos los que todos los
días van a sentarse en una silla desde la cual, con suerte, lleguen a aprender
algo?; ¿es su educación y su futuro los que están en juego? No; estáis hablando
de nuestro futuro y nuestra vida.
Por otra parte, los cambios de gobierno y, con
ellos, los cambios en las leyes educativas, no vienen precisamente a ayudarnos,
ya que cada año nos obligan a cambiar el temario, los libros, y pretenden
implantar reválidas y pruebas externas, para terminar de arreglarlo. Creen que
somos un experimento, que somos ratas de laboratorio. Nos marean con tantos
cambios. No somos robots a los que puedan manejar como quieran; somos personas,
niños o adolescentes. Son nuestras vidas y no las suyas. No es un juego y, sin
embargo, parece que están jugando con piezas de “lego” y que, si no les gusta
como queda la figura, pueden cambiarlas a su antojo o destruir la construcción
entera.
La forma de enseñar tampoco creo que sea la
más adecuada. Los que hacen la ley quieren que los profesores nos transmitan
unos conocimientos que luego debemos estudiarnos de memoria en casa, para
después “vomitarlos” en el examen, sin tener en cuenta que el año que viene
quizá ya no nos acordemos de nada. Siento que estamos perdiendo el tiempo y que
solo quieren mantenernos entretenidos. Realmente hay que plantearse para qué
nos sirve estar ocho horas al día sentados en un sitio (habría que sumar el
trabajo de casa preparando tareas y exámenes), si luego vamos a terminar
olvidando la mayoría de los contenidos.
Por todo lo expuesto, no es extraño que haya
tanto fracaso escolar; para empezar, no todo el mundo es capaz de memorizarse
los diez libros correspondientes a las asignaturas que tengan en cada curso y
“soltarlos” en un examen. Muchos adolescentes terminan frustrándose porque
estudian y ven que, aun así, suspenden, porque no son capaces de memorizar como
si fueran ordenadores el contenido de cada materia.
La verdad es que, por suerte, yo no tengo ese
problema, pero sí sé que amigos cercanos lo sufren y creo que esto debería
cambiar. Es normal que a unos se les dé mejor la Lengua y, a otros, la
Biología, por ejemplo. El sistema quiere máquinas que sepan de todo y que todos
seamos iguales y no lo cuestionemos; que tengamos un trabajo en el que nos
paguen un sueldo con el que nos conformemos, mientras ellos nos manipulan y se
llevan todo el dinero. Claro y todo esto contando con que tienes suerte y eres
de las personas a las que se les da bien esta forma de estudio, porque, si no
es así, vas al paro, eres un fracaso a los ojos de la sociedad, aunque en
verdad no sea así. No te preocupes, compañero; lo único que ocurre es que tu memoria no rinde de la misma manera
que las de otros.
Hay muchas aspectos y métodos que deberían
cambiar con respecto a la educación. Sería conveniente que nos preguntaran más
a nosotros, que somos los principales protagonistas, y que dejaran de tomar
decisiones personas que desconocen la verdadera realidad de las aulas.